Dictaduras Latinoamericanas: las palabras con desgarro.
06/06/2016

Dictaduras Latinoamericanas: las palabras con desgarro.

Por Vanessa Cortés Colis

 

Si existe una época en común y por compartir, es la de las dictaduras en América Latina. Entre los años 70´s y 80´s los países, sobre todo de América del Sur vivieron lo que podemos denominar, la época del desgarro.

 

La literatura de nueva cuenta se vuele parte fundamental de la catarsis, del rescate de la memoria, de la introspección social a través de la distancia, del retrato doloroso de los desaparecidos, del abuso extremo a los derechos humanos. Es en términos reales la literatura de la dicotomía, de la lucha entre la plenitud y lo marchito, de la memoria y el olvido, de la libertad y la opresión, del engaño y la tortura, del desahogo y la prohibición.

 

¿De qué manera ser conscientes de nuestra propia historia y contexto? El arte de la palabra aparece como un salvavidas de los recuerdos, de la construcción de puentes entre el discurso oficial y el recuerdo de las víctimas. Es sin duda una rama de la literatura que se conoce como la “novela del dictador” o la relación entre el poder, la antidemocracia y la palabra.

 

Muchas son las historias que nos acercan a estos hitos fundamentales en la construcción de las naciones contemporáneas. Casi toda la América Latina las sufrió con excepción (y lo dejamos entre paréntesis) de México y su otra dictadura priista; Cuba y la otra dictadura comunista; y Costa Rica que parece tener una cercanía a la democracia deseada.

 

Los escritores se dieron a la tarea de retratar con voz poética, los hechos dolorosos y desgarradores que se vuelven indelebles con el paso del tiempo.

 

Hay novelas que marcan el origen del periodo literario:          “Facundo o civilización y barbarie en las pampas argentinas” (1845) de Domingo Faustino Sarmiento, que es también una aproximación a la relación de civilización y barbarie, justo como se puede definir cualquier dictadura. Pero en realidad, donde se instaura como tal la “novela del dictador” es con la historia de “El señor Presidente” de Miguel Ángel Asturias, quien se basa en hechos reales, según lo demuestran estudios y como en su momento lo confirmó el autor. La figura de Estrada Cabrera inspiraba un terror sagrado que Asturias dibuja poéticamente en la historia.

 

No todos los personajes tienen un referente real. Gabriel García Márquez escribe “El otoño del patriarca” y se dice que es una construcción de varios dictadores en uno solo. Gabo experimenta con técnicas narrativas, en un estilo vanguardista. Hiperboliza la figura del dictador que son la suma de los detalles de muchos protagonistas de los movimientos dictatoriales. La magia que imprime a la obra la hace deleitosa, y no por ello olvida los detalles que desgajan las sociedades que lo padecen.

 

También hay una apoteosis del género como sucede con “El recurso de Método” de Alejo Carpentier o “Yo el Supremo” de Augusto Roa Bastos. Ambas historias con un imaginario individual que conduce a un imaginario social. Son historias diferentes en su construcción literaria que se vuelven referentes indispensables cuando hablamos del género.

 

Existe un periodo muy marcado cuando las dictaduras alcanzaron su plenitud, pero ni fueron exclusivas de esa época ni se escribió sólo en aquellas fechas, pues la cicatriz está tatuada y el tema parece no poder olvidarse jamás, como es el caso de “La fiesta del Chivo” publicada en el año 2000 por Vargas Llosa, sobre la figura dictatorial de Rafael Trujillo en República Dominicana entre 1930 y 1961. La distancia (el exilio en unos casos) es una medicina necesaria para la conservación de la memoria, y aunque el tiempo pase, esos periodos terribles serán recreados una y otra vez. Vistos caleidoscópicamente gracias al ojo poético de los escritores, quizá no como testigos de los hechos, pero sí como declarantes del desgarro de naciones enteras que se rehúsan a olvidar.


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