EN MÉXICO DEMOCRACIA ENMASCARA RÉGIMEN AUTORITARIO: DR. ALBERTO OLVERA
15/08/2016

 

Fallida es un adjetivo con el que desde hace algunos años se califica a la democracia en México. La situación obliga a reflexionar, pero sobre todo, a emprender acciones si se quiere lograr un régimen democrático de mejor calidad.

 

¿Por dónde empezar para enderezar la democracia en México y ensanchar su significado en la ciudadanía más allá de la celebración de elecciones periódicas?

 

Diversos estudios han dejado testimonio de la necesidad de provocar ciudadanía activa que ejerza sus derechos y se articule para hacer frente a la clase política. Hacer frente no para ocupar su lugar, sino para establecer un diálogo y una relación constructiva. Para dejar de esconder bajo una careta democrática un régimen autoritario.

 

De estos temas Vocees tuvo la oportunidad de charlar con el Dr. Alberto J. Olvera Rivera, investigador del Instituto de Investigaciones Histórico Sociales de la Universidad Veracruzana, quien estuvo en San Luis Potosí para participar en una actividad académica celebrada en El Colegio de San Luis.

 

La siguiente es la conversación que logramos sostener minutos antes de la participación del Dr. Olvera en la mesa temática Democracia, desencanto y sociedad civil en el México de hoy.

 

 

¿Por dónde empezar a formar ciudadanía más activa?

 

Bueno, la participación en primer lugar tiene que ser entendida como un mecanismo complementario a la democracia representativa; la participación entonces se entiende de origen como un mecanismo específico, por área, por tema, acotado en el tiempo y en el espacio, por tanto la participación depende mucho de la capacidad de auto organización de los  ciudadanos y de la disposición y capacidad de los gobiernos para dialogar, incorporar a los ciudadanos en el manejo de las cosas públicas. Como esta disposición del gobierno y como la capacidad de auto organización son bienes limitados, es decir son cosas que no siempre se dan, al contrario, es muy difícil que se den, es lógico que las experiencias de participación efectivas, constructivas, sean más bien escasas en general en el mundo, pero muy especialmente en México. Tal vez para explicar esto sería necesario decir que una participación más creativa, más significativa para la vida pública, no se ha producido en México porque tenemos por un lado una sociedad civil muy débil, con muy poca capacidad de auto organización, y por otro lado porque tenemos gobiernos bastante separados de la sociedad y poco interesados en conseguir su colaboración. Existe un discurso políticamente correcto que valora la participación, los políticos con frecuencia apelan a la ciudadanía y dicen que quieren contar con su opinión y con su colaboración, pero en la práctica, el Estado mexicano en sus tres niveles de gobierno, sospecha de la participación, sospecha de los ciudadanos autónomos y prefiere guiarse por criterios de control político.

 

En su cuaderno Ciudadanía y Democracia (editado por el entonces IFE) menciona que una ciudadanía activa  implicaría luchar por la implementación y respeto de los derechos de la ciudadanía. Yo le preguntaría si a raíz de los acontecimientos violentos que se han dado en los últimos años, hay las condiciones para que la sociedad civil emprenda un enfrentamiento político con el Estado para la conquista de sus derechos.

 

La sociedad civil es un conjunto de actores sociales muy heterogéneo con muchas  orientaciones políticas, culturales y morales en su interior. La sociedad civil es internamente conflictiva porque no todos los ciudadanos estamos de acuerdo en todo. De manera que no podemos hablar en abstracto de la sociedad civil sino entender que es un conjunto discreto, diverso y heterogéneo.

 

Eso en primer lugar. En segundo lugar la sociedad civil no se plantea ninguna confrontación con el Estado. La relación de la sociedad civil con el Estado es una relación crítica, de interacción, digamos que busca ante todo algún tipo de incidencia o de control del ejercicio del poder, pero no pretende combatirlo, no pretende ocuparlo, no pretende tomar el lugar del gobierno; por el contrario lo que define una sociedad civil es que no quiere ser gobierno, trata de controlar en todo caso al gobierno o de influir en él. Ahora, en ese sentido necesita haber mecanismos de interacción, mecanismos de colaboración entre sociedad civil y Estado para que esa relación sea constructiva. Cuando el Estado es autoritario, cuando rechaza toda influencia, cuando el Estado no respeta los derechos de la ciudadanía, entonces la relación entre sociedad civil y Estado se vuelve una relación conflictiva, una relación de conflicto simbólico, un conflicto en donde la sociedad le demanda al Estado que respete los derechos. Paradigmáticamente hoy tenemos una situación así, con la lucha por los desaparecidos, una crítica sistemática de amplios sectores  de la sociedad civil a la incapacidad del Estado para garantizar la seguridad de los ciudadanos, y sobre todo una crítica al Estado por su corresponsabilidad en la desaparición y muerte de cientos o miles de ciudadanos en todo el país. Aquí tenemos una crítica franca y clara que no quiere ocupar el Estado, sino que quiere que el Estado democrático  funcione como tal, le pide que sea un Estado democrático, no ellos ocupar el territorio propio del Estado.

 

Ahora, vivimos en México una situación en la cual no hay condiciones para esta colaboración constructiva. El gobierno priista actual y en gran medida los gobiernos panistas anteriores hablaron mucho de la sociedad civil, reconocen simbólicamente sus méritos, pero sospechan de ella, no quieren esa relación, temen la relación crítica y la capacidad crítica de la sociedad civil, y por tanto la repelen, no le hacen caso y no establecen mecanismos de interacción, y tenemos entonces un Estado visto ya en su conjunto, los tres niveles de gobierno y los tres poderes, un Estado que se ha autonomizado de la sociedad, que se ha separado de la sociedad y que, digámoslo así, para su propia reproducción no necesita de este consenso de la sociedad, sólo necesita su voto eventual cada determinado número de años, pero no necesita ninguna otra relación constructiva.

 

Esto es una relación insostenible a largo plazo porque es un modelo autoritario.

 

¿En ese contexto, qué queda por hacer para que el Estado respete los derechos de la ciudadanía?

 

Bueno, se necesita que los tres poderes funcionen como teóricamente la democracia lo requiere. Se requiere que el Poder Legislativo no sólo legisle sino que controle al Poder Ejecutivo; que el Poder Judicial sea autónomo; no lo es en el régimen político actual. Se necesita que los partidos políticos sean  verdaderamente representativos y no lo son, se han vuelto maquinarias políticas autónomas de la sociedad. De manera que tenemos un vaciamiento del contenido de la democracia, una democracia fallida, una democracia que perdió su esencia y que ha producido un Estado separado de la sociedad. Entonces, para poder restablecer un vínculo con la sociedad tenemos que pasar en efecto por el respeto de los derechos ciudadanos, empezando por el más elemental de ellos que es el derecho a la vida y a la seguridad que hoy no se cumple, tenemos de facto en México una guerra civil económica, en donde el Estado es al mismo tiempo parte de la misma, digamos, y cómplice en ciertos espacios de las actividades criminales y que es incapaz de controlar y de competir con ellos, y de sancionar a los responsables de los crímenes. O sea, un Estado que es incapaz de sancionar a quienes cometen crímenes, sean de afuera del Estado o de adentro del Estado, es un Estado que no es democrático, porque no puede garantizar los derechos más elementales de la ciudadanía, ya no mencionando a los derechos a la salud, a la educación y otros derechos sociales que también se cumplen de manera fragmentaria, parcial o ineficaz.

 

Tenemos un sistema educativo malísimo, de pésima factura, un sistema de salud que no ha avanzado mucho tampoco y que en algunos estados de la República vive una crisis, de manera que no estamos  cumpliendo con los derechos sociales que garantiza la Constitución. No habiendo pues ni derechos civiles garantizados ni derechos sociales adecuadamente cumplidos, y derechos políticos que se cumplen sólo parcialmente en beneficio de un sistema político auto referente, tenemos entonces una debilidad enorme de los derechos de la ciudadanía en México.

 

Necesitamos entonces que cada una de esas áreas se fortalezca, los derechos de la ciudadanía no se limitan a los derechos políticos, sino que es un conjunto inseparable, coinciden los derechos civiles, los derechos sociales, de manera que en ausencia de esta integración, de este conjunto de derechos disponibles para los ciudadanos, lo que tenemos entonces en la práctica es un régimen autoritario disfrazado digamos de una careta democrática.

 

Me queda claro que desde el ámbito de la clase política sólo en el discurso se acepta la participación de la ciudadanía. Por eso mi pregunta es: si no va a ser desde la clase política desde donde habría que cambiar estos tintes de régimen autoritario, ¿quién tendría que hacerlo y qué caminos podría seguir?

 

Sí, estamos en un momento en que se requiere una especie de refundación del régimen político mexicano. Esa refundación no puede venir de adentro, eso es correcto, esa refundación solamente  puede venir de afuera, de la sociedad misma, de un nuevo ciclo de movilización.

 

El cambio de régimen rara vez se produce desde adentro de los propios actores políticos, se necesita un nuevo ciclo de activación de la movilización social a escalas mucho mayores a las que se producen al día de hoy en México, sobre todo a un nivel de auto organización mucho mayor de la sociedad civil, estamos lejos de ello todavía.

 

No está a la orden del día una reforma del régimen político desde adentro, sino que está claro hoy más que nunca que esa reforma solamente podrá venir desde afuera. Tenemos un ejemplo paradigmático de cómo pueden reformarse: en Chile las grandes movilizaciones estudiantiles de 2011 en adelante, que se sumaron a una movilización social muy amplia, plantearon después de muchos años el fin del régimen autoritario, democrático en lo electoral pero autoritario en lo social, que había heredado de la dictadura chilena. Todo el esquema radicalmente neoliberal de distribución de bienes en salud y educación fue radicalmente criticado y esa crítica que ahora el Estado chileno está tratando de retomar para refundarse a sí mismo, como régimen político, sólo ha sido posible por virtud de la fuerza de la movilización social; todo mundo estaba muy cómodo con el esquema neoliberal aparentemente exitoso hasta que esta movilización puso en jaque el orden construido. Aquí necesitamos cambiar ese orden.

 

Una última pregunta: se hizo una encuesta sobre cultura política o ciudadana que derivó en el informe país del INE. Ahí dice que somos una sociedad desorganizada y desinteresada. ¿Qué tendría que hacerse desde el ámbito educativo para formar una ciudadanía activa?

 

Yo creo que tenemos que empezar por educar a los educadores. Tenemos un problema estructural en educación debido a la mala calidad en la formación de los profesores y a su inserción en un régimen laboral clientelar populista. Los profesores no son exactamente los portadores de virtudes democráticas sino son más bien víctimas de un orden político, que los ha vuelto una especie de clientela política, de manera que los propios profesores que por fortuna, por razones defensivas pero que están impulsando una movilización social ellos mismos, necesitan empezar por cambiar sus propias prácticas, dinámicas y valores.

 

En toda esta discusión de que la educación es lo central me parece una discusión vacía y poco seria. Nos educamos los ciudadanos nosotros mismos en la acción, en la lucha digamos, esto es donde se reflejan los valores. Yo creo que en ese sentido hay mucho por hacer y también en ese campo tendrá que venir un cambio desde abajo.


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